Cosas sobre el dinero que aprendí cuando era niña
En este blog te comparto algunas anécdotas de mi niñez que me dejaron lecciones importantes sobre el dinero. Te invito a honrar tu propia historia y a celebrar al niño o niña que fuiste alguna vez.
Hace unos días mi hermano me compartió una foto de nuestra niñez que (sin su permiso) estoy a punto de compartirles. Creo que, como a todos, ver mis fotos de niña me remueve recuerdos y emociones que la mayor parte del tiempo tengo guardadas en un baúl y precisamente eso fue lo que sucedió con esta foto que hoy me inspiró a contarles sobre esta parte de mi vida. Estamos por celebrar el día de la niña y el niño y yo no tengo hijos, así que la única experiencia que les puedo compartir es la propia siendo niña.
Mi historia financiera comienza con mis padres quienes afrontaron las consecuencias de la devaluación del peso del 94’. Recién habían terminado sus estudios en contabilidad y yo era una bebé de 1 (un) año, cuando emprendieron con una refaccionaria que importaba autopartes en dólares, por si estás muy joven y aún no sabes qué sucedió en 1994 te resumo la historia contándote que en diciembre de este año el gobierno de México se vio obligado a devaluar el peso frente al dólar estadounidense, lo que desencadenó una crisis financiera de gran magnitud conocida como el "Efecto Tequila". Para los negocios que importaban productos o servicios denominados en dólares, la devaluación significó un aumento inmediato en sus costos… sin Educación financiera ni protecciones cambiarias, el negocio quebró.
Como si las cosas no se hubieran complicado lo suficiente antes de cumplir los dos años me detectan un divertículo en el intestino, sin complicaciones médicas se trata de una parte del intestino que viene enredada, que hay que cortar y volver a pegar, un caso extraño en una humanita tan pequeña según el doctor que me operó.
Pude recuperarme de esta operación y tener una vida completamente normal que nos trajo a emigrar a Cancún cuando yo tenía 3 años. Las cosas para una familia joven que emigra a una nueva ciudad nunca son sencillas, desde estar lejos de los tuyos, hasta adaptarte a un nuevo estilo de vida en donde mientras todos vacacionan, los locales proveemos servicios. Al poco tiempo de estar aquí, 3 años para ser exactos, llegó mi compañero de vida y mi alma gemela para acompañarnos, mi hermano. Para mí fue una bendición y para mis padres, además, una nueva responsabilidad.
Esta serie de factores hizo que mi niñez se viera marcada por algunos retos financieros que estoy segura de que tenía que vivir para recorrer en carne propia el camino que hoy me permite compartirles mi propósito de vida desde el corazón y desde la experiencia.
Hoy que me dedico a las Finanzas personales y que puedo nutrirme de estudios y personas expertas en el comportamiento y la relación con el dinero, soy consciente de muchas cosas que me hubiera gustado saber desde temprana edad y que, en celebración del niño que todos fuimos alguna vez, quiero compartirles.
Ser receptivo, ágil y justo con el dinero
Tengo muchas anécdotas con el dinero cuando era niña, una de las que más recuerdo fue mi primer emprendimiento. Cuando tenía entre 11 y 12 emprendí un negocio de bolígrafos personalizados que adornaba con limpia pipas de colores, un pompón con ojos, y accesorios como audífonos, bufanda o moños para hacerlos un personaje. Mi mamá fue mi fuente de financiamiento para la compra de materiales y mi compromiso era regresarle el costo de los insumos; como la pequeña niña ambiciosa que soy decidí ampliar mi fuerza de ventas con mi hermano (6 años menor que yo) quien comenzó a llevar sus bolígrafos al salón e inmediatamente posicionó el producto entre sus compañeros. Abusiva, pero inocentemente, a mi hermano le ofrecí una comisión muy pequeña hasta que mi mamá se dio cuenta, me corrigió y ajustamos el porcentaje de comisión.
Si bien a esta edad no entendía mucho sobre costos, insumos o comisiones, esta experiencia me enseñó que era capaz de detectar las tendencias y necesidades del mercado, y reaccionar de forma rápida, en su forma más simple y práctica, eso es emprender.
Otra gran lección que me dejó esta experiencia es que trabajar con personas debe ser justo (en prestaciones y salarios) porque todas las personas merecemos ser tratadas con dignidad. Parece una regla muy obvia ya que somos adultos, pero si fuera tan obvia para todos no se seguiría explotando a la mano de obra en las fábricas de ropa o en la extracción de recursos. Entender este valor desde temprana edad realmente tuvo un impacto en mis valores como persona y como empresaria.
Perder dinero es normal, lo importante es recuperarte.
Tampoco me puedo olvidar de un día en el que mi papá trajo a casa el dinero de unos pagos que tenía que hacer en su trabajo, y al dejarlo en el auto nos dieron un cristalazo y lo robaron todo. Aunque no entendía muy bien qué estaba sucediendo esta fue una de las pocas veces en la vida en las que he visto a mi padre llorar, la angustia podría transmitirse en el ambiente y aún hoy la puedo sentir en mi propio miedo a perder dinero.
El dinero se perdió, pero nosotros seguimos vivos y sanos, y sólo por eso teníamos la oportunidad de recuperarnos, lo peor que podía pasar es que mi papá perdiera el trabajo, en una ciudad en pleno crecimiento, estoy segura de que tener vida y salud le permitiría buscar un nuevo trabajo.
A lo que voy es que me hubiera encantado saber después de esa crisis familiar que es normal y en muchas ocasiones, inevitable, perder dinero: por un mal negocio, una mala decisión, por la inseguridad o por ser víctima de un fraude, lo más importante es tu capacidad para recuperarte de la pérdida y seguir adelante.
Tus talentos tienen valor
Algo de lo que fui consciente desde temprana edad fue de que, para estudiar en la escuela que me gustaba porque tenía clases de piano incluidas, tenía que conservar mi beca, y para conservar mi beca, tenía que mantener ciertas calificaciones. Muchos de mis amigos me catalogaban como “ñoña”, pero yo lo veía como una transacción ganar – ganar para mis papás y para mí.
Ya más grandecita me di cuenta de que esta habilidad escolar que había desarrollado como parte de mi aportación a la dinámica familiar también podía utilizarla para ayudar a otras personas a quienes se les dificultaba un poco más el sistema escolar tradicional, así que decidí emprender dando clases de regularización de matemáticas y física a los compañeros de basquetbol de mi hermano.
Debido a mis necesidades desarrollé una habilidad que era valorada por otros, al punto de poder hacer un intercambio monetario, sin trabajar para nadie más, a mis tiempos y recibiendo a mis pequeños alumnos desde mi casa. Ludi pequeña aún no sabía que el talento para compartir y guiar a los demás terminaría nutriéndose y desarrollándose para convertirla en una adulta que se dedica precisamente a eso, pero ahora desde las Finanzas.
Hoy te quiero agradecer por emprender conmigo un viaje hacia los recuerdos de mi infancia, explorando la relación que desde temprana edad forjamos con el dinero. En esta víspera de la celebración del Día del Niño y la Niña te invito a honrar tu niñez reconociendo las lecciones aprendidas y las emociones que aún persisten, tanto positivas como negativas, pues todas ellas forman parte de tu perspectiva financiera actual.
No te olvides de celebrar los sueños que le has cumplido al niño o niña que fuiste alguna vez, compra su cereal favorito, regálale el juguete que no llegó en navidad, o el platillo con el que celebraba su cumpleaños. Que este día sea un recordatorio de la magia que reside en cada uno de nosotros, la magia de transformar sueños en realidades.